Un desbarajuste que no cesa.

El año 1937 parece iniciarse con un esfuerzo por controlar el trasiego de reclusos. El director ordena el 20 de enero a los funcionarios que faciliten la tarea de dos agentes que harán fichas de los reclusos. Pero el descontrol se mantiene: el mismo director firma el 2 de junio de 1937 la puesta en libertad de Constantino Cerdán, quien es asesinado a continuación en el exterior del fuerte. Cirilo León, Julio Sola y Santiago Sola Serrano son trasladados el 23 de agosto de 1937 a la cárcel provincial. Los cuatro eran de Azagra, ninguno constaba en el libro de registro del fuerte.

Los casos que confirman el desgobierno se multiplican: R. Moriones, J. Rocafort y L. Mangado son inscritos en el Registro Civil de Ansoain como muertos en el fuerte el 6 de abril de 1937, sin estar registrados; como R. Viyuela, fallecido en el penal el 7 de agosto de 1937, por citar algunos ejemplos.

La presencia de presos no contabilizados es relevante hasta mediados de 1937. A partir de agosto es un fenómeno residual, pero existente. Así, Ángel Merck Bañón, excapitán de la Guardia Civil, declara el 23 de octubre de 1937, con ocasión del enjuiciamiento por malversación del Administrador,[1] que “ha estado en el Fuerte durante un año y ocho días”, es decir, desde el 15 de octubre de 1936.  Su expediente penitenciario confirma su presencia en el fuerte en 1937, desde donde fue trasladado el 8 de marzo de 1939 a la prisión militar de Sancti Spiritu (Salamanca).

Si bien con un limitado rango, se mantienen las desavenencias entre las distintas fuentes contables (certificado del administrador, libro de registro, y los partes diarios de diana y retreta, que también señalan la cuantía de reclusos).

La magnitud de los datos hace inevitable algún error puntual, pero no cambia la fotografía: hubo cientos de detenidos no registrados y la imprecisión en su contabilidad se mantuvo en el tiempo.

 


[1] Sumario 2484-37, f 57.