¿Qué había de cierto sobre la presencia falangista en el fuerte y en el plan de evasión?
Su número entre los penados era testimonial. Permanecían internados en Pabellones, donde repartidos en habitaciones, cumplían pena presos cualificados como militares, guardias civiles y carabineros de lealtad republicana, o presos que cubrían servicios (ordenanzas, oficinistas, economato), en un régimen de reclusión más suave que en las galerías de las Brigadas. Inicialmente esos Pabellones habían estado destinados a los propios funcionarios del penal.
Falangistas significados como Chamorro y Rodiles fueron trasladados al penal de Valladolid el 17 de mayo de 1938, por lo que no estaban presentes en el momento de la toma del fuerte. La participación de Alcázar de Velasco se recoge en el sumario 1916. Ante el juez, el 31 de mayo, se presenta como uno de los fundadores de Falange y relata: “se encontraba en el pabellón 3C […] los compañeros de presidio, todo el pabellón le aconsejó que se escondiera, porque según decían los reclusos que llegaban, le andaban buscando para matar, dada su significación de falangista”.
Prosigue Alcázar: “aprovechando la solidaridad de los señores que habitaban en el pabellón, el declarante con otro de los reclusos, acudió en auxilio de los guardianes y Jefe de los Servicios a quienes encontraron en la escalera subiendo en busca de su auxilio”.
Otro preso del pabellón, Salvador Ferrer, confirma la secuencia: “el Sr Alcázar de Velasco, dirigiéndose a los presos de este pabellón preguntó que qué sería de él si venían a matarlo, a lo cual, todos los presos del pabellón por unanimidad le contestaron, que pasara lo que pasara correríamos todos la misma suerte, en vista de lo cual Alcázar se marchó a las habitaciones de Basterra y de Lamas, donde estuvo hasta que los señores funcionarios subieron”.
Fue indultado por esa tardía asistencia para sofocar la revuelta. En su biografía de 1977 sobre su estancia en el penal, sin embargo, alardea con haber salido del penal y correr para dar aviso a la guarnición de la ciudad como motivo de su indulto.
Abundan los testimonios que cargan contra los sublevados por su intención de acabar con Alcázar, pero uno de los guardianes, J. L. García Prieto, declara: “Algunos presos adictos escondieron a Alcázar de Velasco en su Pabellón 3.º C y, cuando el declarante subió, todavía estaba escondido y evitaron que se lo llevaran los revoltosos”.[1] Es decir, que la motivación de los amotinados era contar con otro cualificado rehén, al igual que hicieron con el jefe de la guarnición.
Resurgió en enero de 1941 como agregado de prensa en la embajada española en Londres, junto con José Brugada, quien en 1938 era agente del espionaje franquista –SIFNE– en Francia. En su libro desliza que la evasión se planificó en Hendaya. Su contacto en Londres con Brugada gestó esa afirmación. Alcázar apunta Hendaya como origen del plan de fuga, cuando lo fue de su posterior manipulación.
La presencia de falangistas entre los fugados es anecdótica. Se solicitaron informes a las localidades de origen de los procesados, que los señalan como izquierdistas, a excepción de Juan Cabello, de quien la Guardia Civil desde Huelva informa que “prestó servicios de arma como Falangista, a cuya organización pertenece […] estando considerado como uno de los que con más fe luchaba a favor de la Causa Nacional”. También Arcadio Morán, condenado por asesinato en 1932, se declara falangista.
[1] Archivo de Capitanía Militar de Navarra – AGHD. Información para la concesión de indultos… legajo 48-2576, f 224v.