The smoking gun

La prensa fue alimentada de informaciones que confirmaban su carácter falangista. Cuesta creer que pudo ser casual tan variada, y a su vez, tan desvariada información.

¿Dónde tuvo su origen? Tan solo horas después de la fuga, la británica agencia Reuters, desde San Juan de Luz, ya otorga la autoría a Falange, como lo recoge The Times el día 24. El resto de los periódicos en días sucesivos dan crédito a esa fuente.[1]

El día 25, Mundo Obrero se hace eco de Le Matin del 23 de mayo, que reproduce un despacho desde Gibraltar a Londres, sobre el supuesto suicidio del falangista Yagúe. Ce Soir entrevista en Bayona el 25 de mayo a Alejandro Bielsa, uno de los supuestos fugitivos del fuerte, quien relataba que los presos izquierdistas escucharon disparos, les abrieron las puertas, y fuera se toparon con falangistas armados, que les abrazaron, diciendo que todos ellos eran españoles y habían de ayudarles a echar de España a los extranjeros “traídos por Franco y por los demás traidores”. Con otros, fue hacia la frontera y logró cruzarla. Lo cierto es que nunca existió ningún Bielsa en el fuerte. Alguien se molestó en articular esta información, reproducida al día siguiente por El Socialista.

¿Quién pudo estar interesado en la filtración de estos bulos que tergiversaban el sentido de los hechos y tenía medios para difundirlos? Entre los actores presentes, la intoxicación parece coincidir con los intereses británicos.

El gobierno británico estaba formalmente sujeto al principio de No intervención en el conflicto español, pero los gestos hostiles contra la República se sucedían. Sus prejuicios acerca de una República filocomunista se agudizan con la jefatura de Negrín y lo inclinan hacia los militares rebeldes, a quienes ya atisban como ganadores.

Su progresiva aceptación de Franco tenía un grave reparo: su alineamiento con Alemania, que ya se vislumbraba como el rival a batir en la contienda europea. La diplomacia británica perseveró en el esfuerzo de distanciar a Franco de sus mentores italo-germanos. En julio de 1938, el Comité de No Intervención aprobó su propuesta de retirada de fuerzas extranjeras. La República retiró las Brigadas Internacionales. Franco, sintiéndose vencedor, lo ignoró, como lo había hecho con los trece puntos de Negrín.

La preocupación por los vínculos de Franco con Alemania fue una constante en el periodo previo a la guerra europea: “Se han podido recoger algunos comentarios del representante de Reuter, que como es sabido, suele estar bien inspirado por los observadores diplomáticos de su país. Dice respecto de la situación internacional, que la noticia que circulaba días pasados sobre la adhesión de España al pacto militar ítalo-germano, se puede esclarecer que no tiene fundamento”.[2]

Explicar la evasión como parte de una rebelión falangista contra Franco por sus estrechos lazos con italianos y alemanes, coincidía con los intereses británicos, como lo señalaban los servicios de inteligencia franquista: “Los corresponsales de prensa franceses han dicho que se trataba de un movimiento de protesta falangista contra ciertas imposiciones de oficiales italianos y alemanes. Estas noticias tienen relación con comentarios de algunos miembros de la Embajada de Inglaterra en Hendaya, que han dicho a estos periodistas que lo ocurrido tiene gran importancia y significación […] Los periodistas han tratado de extraer de los sucesos unas consecuencias de tipo político conforme a las campañas que contra Alemania e Italia vienen sosteniendo”.[3]

La embajada británica realizó dos informes para su ministro, Halifax, sobre la fuga,[4]  que muestran que era conocedora y partícipe en la confusa versión de los hechos, que se acomodaba a sus intereses diplomáticos: “el estallido parece ser parte de un complot para un levantamiento más generalizado” […] “la sublevación y el misterio que la rodea es visto como síntoma del vago malestar en la España de Franco, sobre el que ya había llamado la atención” […] “Los falangistas demandan contar con fuerza de policía y representación internacional propia, que Franco rechaza mientras no se gane la guerra” […] “Entre las tropas de apoyo para hacer frente a los sublevados del fuerte está la división “Veintitrés de marzo” italiana, estacionada en Zaragoza, lo que considero del mayor interés, pues las autoridades franquistas pueden encontrar útiles a estos “voluntarios” extranjeros en otras zonas diferentes que los frentes de guerra”. Pero no hay constancia de que actuase como promotora de la intoxicación.

La agencia Reuters da inicio a la propagación de una revuelta falangista, versión que no es cuestionada. Un pequeño periódico provincial, Le Petit Comtois de Besançon, es la excepción y señala el 24 de mayo, y a diferencia del resto, que los fugados pertenecen al bando republicano. Su corresponsalía, en San Juan de Pie de Port, quedaba ajena a las agencias de noticias.

 


[1] Un pequeño periódico provincial, Le Petit Comtois de Besançon, es la excepción y señala el 24 de mayo que los fugados pertenecen al bando republicano. Su corresponsalía, en San Juan de Pie de Port, quedaba ajena a las agencias de noticias.

[2] Archivo General Militar de Ávila, caja 2328. Informe de la Comandancia Militar del Bidasoa, Irún, 9 de junio de 1939.

[3] Archivo General Militar de Ávila, caja 2328. Informe del SIPM, Irún, 29 de mayo de 1938.

[4] The National Archives británicos, FO 371 22625 y 22626, informes de 25 de mayo y 4 de junio de 1938.