Nacido en 1916 en la pedanía segoviana de Dehesa Mayor, cercana a Cuéllar. Jornalero, participa en la resistencia al golpe militar desde la Casa del Pueblo de Bernardos. Resisten frente a militares y falangistas hasta el 24 de julio, en el que 63 defensores son detenidos y trasladados a Segovia. Catorce serán fusilados; el resto, condenados a duras penas. José manifestará a su entrada a México que la causa de la condena fue defender al gobierno de la República. Llega al fuerte en agosto de 1937, junto a otros sentenciados en la misma causa.
Datos de su biografía se toman de los periódicos Sud-Ouest, El Socialista y Euzko Deya de junio de 1938, respecto a la fuga. Su etapa mexicana se reconstruye con su ficha como pasajero en el Sinaia, de su expediente como exilado, conservado en el INAH, así como con la información facilitada por su familia.
Se pone en su boca la declaración que hicieron a la prensa francesa, ya que Valentín no lo hizo “porque podían tomar represalias contra mi mujer y mis hijos”. En el fuerte estaban en la 2.ª Brigada, y destinados, desde septiembre de 1937 a la construcción de la carretera que sube al fuerte. En total eran unos 2600 presos. Algunos comunes, pero la mayoría, por sus ideas republicanas. Recientemente habían llegado un grupo de falangistas. En la 3.ª planta, donde estaban los intelectuales, había presos franceses, entre ellos dos periodistas de los que ignoran su nombre y paradero, y que fueron maltratados.[1]
El 22 de mayo, hacia las 19:30h, escucharon ruidos y movimientos inusuales procedentes del cuerpo de guardia. Un prisionero con el uniforme de guardia –se identificó así a Pico– llegó para anunciarles que estaban libres. Un suceso previo arroja luz sobre su determinación de sumarse a la evasión. Tres días antes, sesenta y ocho reclusos, muchos segovianos, habían sido trasladados a la prisión de Cuéllar. Es inevitable preguntarse en qué medida pudo influir la frustración de permanecer en el fuerte en su arranque de lanzarse al monte.
Salieron huyendo sin orden ni orientación, pero con la decisión de llegar a Francia. Según la documentación mexicana, José llegó herido de bala en el muslo de la pierna izquierda. De San Juan de Pie de Port fueron conducidos al consulado de Hendaya y después a Bayona. Después de unos días de descanso, fueron enviados a Barcelona y allí hasta octubre no fueron asignados a ningún servicio, pendientes de comprobar la veracidad de su gesta. José, propuesto para teniente de Carabineros, conservó un certificado de enero de 1939 que lo acreditaba adscrito a la Junta Central de Transporte de Barcelona.
José y Valentín cruzaron de nuevo la frontera tras la entrada en Barcelona de las tropas de Franco el 26 de enero. José en una columna al mando del capitán Juan Rojo el 10 de febrero y Valentín el 7 de marzo de 1939. En Francia, los dos fugados, que tanto habían compartido, ya no volvieron a verse. Mientras Valentín pasaba del campo de Argelès-sur-Mer al de Gurs, José, que había estado en St Cyprien, tomaba el Sinaia hacia México, pero no olvida a su compañero y cuando es requerido por sus autoridades para nombrar a alguien que pueda avalarlo, cita a su compañero Valentín, a quien presenta como presidente del comité de Salamanca de UGT.
El vapor Sinaia, partió de Sète el 25 de mayo y llegó a Veracruz el 13 de junio de 1939. Sus familiares hablaban de su llegada a bordo del Evita. La confusión procede de la celebridad que alcanzó un barco de nombre similar, el Vita, por trasportar un importante tesoro. El JARE, creado por Indalecio Prieto con estos fondos, gestó iniciativas como las colonias agrícolas que dieron trabajo a miles de refugiados. José, recordando su pertenencia a las Juventudes Socialistas, hizo peticiones de ayuda en 1941 y 1942. Por enfermedad, y para pagar su manutención a la familia López Mier, que le acogió en Puebla. Se le concedió una exigua ayuda de 50 pesos.
Su tarjeta de refugiado lo describe como de fuerte constitución, 1,56 m y sin creencias religiosas. Incluye su fotografía a los 23 años. ¿Qué puede leerse en su rostro? Hace escasos tres años estaba segando en su pueblo. Protagoniza una épica fuga, vive una guerra y ahora se encuentra solo en un país desconocido. En Cuéllar quedan sus padres y hermanos. El más pequeño, Laurentino, de dos años cuando lo vio por última vez y con el que solo se comunicó por carta. Algún preso del fuerte de regreso a Cuéllar dio la noticia de su huida, pero tardó años en ponerse en contacto con su familia. Rufina, otra de sus hermanas, contaba que recibían cartas periódicamente y algunos envíos de dinero, y que siempre se sintió agradecido al presidente Cárdenas que facilitó su acogida en México.
José es un emprendedor. Se inscribe como especialista en reses bravas y solicita trabajo como vaquero-ordeñador. En Puebla trabaja en una vidriería. De 1946 a 1953 busca su fortuna con un grupo musical y en México DF comparte escenario con figuras de la época. Regresa a Puebla y emprende un floreciente negocio de productos españoles: jamón, queso y vinos.
En 1942 se casa con Matilde Pesquera, hija de emigrantes españoles, a quienes sintió como su propia familia. Es su hija Pilar quien facilita estos datos, interrumpida en ocasiones para atender la elaboración de repostería, polvorones sevillanos. Dulce labor cuando se piensa en la alimentación de su padre en su agónica huida. Hubo una faceta que José no retomó: su activismo sindical. Concentrado en la supervivencia, necesitado de pasar página a recuerdos tan duros, no confesó a su familia su pasado, que conocieron, asombrados, una vez fallecido José en 1963, con 47 años. Nunca volvió a su tierra.
[1] Los periodistas, de los que también se hacen eco Jovino Fernández y otros presos, eran Louis Chabrat (quien también aparece como Jedlinsky) y Jean Bougennac. Habían sido detenidos en la frontera en abril de 1937 cuando se dirigían a San Sebastián y fueron enjuiciados por introducir, supuestamente, bacilos para propagar enfermedades, dentro de las mutuas acusaciones de guerra bacteriológica, aireadas en la prensa del momento.