Existen datos que permiten aventurar el trazado de paso de Valentín y José:
- El periódico Sud-Ouest, en junio de 1938: “Dos evadidos han logrado pasar la frontera desde los alrededores de Ibañeta. En el momento que habían decidido rendirse, lograron salvarse. Aparecieron un grupo de casas cuyos habitantes los acogieron y para su alegría les comunicaron que apenas unos cientos de metros les separaban de la frontera. Les dieron de comer y marcharon hacia la hospitalaria tierra francesa”.
- El Socialista, en junio de 1938. “Nueve días con diez noches habrán de tardar, los dos compañeros que tenemos ante nosotros, en llegar a Francia, que ni ellos mismos quieren recordar. Sin descanso posible. Comiendo hierbas y bebiendo en charcas. […] no había más guía que el sol a la hora del amanecer. En alguna ocasión, en días nublados, perdidos totalmente, retrocedían en lugar de avanzar. Hasta que una buena mañana, al preguntar a un pastor, se encontraron que de tierra fascista a tierra democrática no había más de trescientos metros”.
- La carta manuscrita de Valentín Lorenzo a sus familiares, en 1977. “Ya estábamos dispuestos a entregarnos y no hibamos ya a un pueblo para entregarnos y nos metimos en una casa que estaban allí dos hermanos, uno de 14 años y otro de 16. Les contamos quien éramos, que nos digeran donde estábamos y nos dijeron que en España, que aquel pueblo que estaba allí muy cerca se llamaba Balcarlos y nos dijeron ven aquel regato que estaba a unos 300 metros que era la frontera. Excuso el decirle la alegría que tuvimos y nos digeron por donde teníamos que ir para no meternos con los carabineros y muchos soldados que andaban en nuestra búsqueda. Ellos no nos perdieron de vista hasta que no nos vieron pasar la frontera y nos daban con los pañuelos y nosotros a ellos en señal de despedida y llenos de alegría. Nos presentamos los dos en una casa de campo a unos 500 metros que sólo nosotros sabemos lo que nos costó llegar allá, tantos días sin comer, agua sí, los últimos días ya encontrábamos. En aquella casa que nos presentamos ya en Francia ya nos dieron de a comer muy bien y nos fueron a llevar a el pueblo que estaba a 12 kilómetros que se llama San Juan de Pie de Port, yo montado en una yegua y el otro en un burro. Yo hiba vestido de requeté con un traje que me había mandado a el penal mi hermana Julia todo desgarrado y biéndose la carne por todos los lados. En ese pueblo se presentaron dos Ministros de la República Española a recibirnos y yo le dige ya seremos los últimos que pasamos y nos contestaron afortunadamente son Vds. los dos primeros y serán los últimos, porque tenemos noticias que los habían cogido a todos y ya están fusilados”.
Ángel Ainziburu, quien conoce el recorrido familiar de cada caserío, concreta el punto de paso, que requiere de mapa para su comprensión: Si venían del alto de Ibañeta (aux abords du col d´Ibaneta), la orografía conduce a que su procedencia fuese por Sorogain y Lindus, donde la muga hace un quiebro hacia el cordal formado por los montes Meatze y Adartza, que a un lado deja el valle de Aldudes y al otro, a Valcarlos. El regato es el río Luzaide o Nive, único que hace frontera. La población de Valcarlos, de escasos mil habitantes, se repartía entre el núcleo urbano y diseminados caseríos, encuadrados en barrios, de los que tan solo Azoleta reúne los rasgos que se describen.
El barrio de Azoleta y el caserío Bidondoa
Azoleta comunica con el cordal de montes que desde Ibañeta llega al monte Mehatze y desciende por las laderas del Adartza a ese barrio, desde donde se divisa el pueblo de Luzaide-Valcarlos.
En Bidondoa vivía en 1938 la familia Lapeire. Antton (1920-1939) y Pierre (1924-1987) son los más acordes a los jóvenes descritos por los fugados. Desde el caserío se ven algunas casas del pueblo y el fronterizo cauce del río. El anterior caserío familiar, Bidondo zaharra, estaba junto al río fronterizo, a 600 metros. Ambos quedaban comunicados por una senda, protegida por setos y arbolado, ideal para encaminar a los fugados. Al otro lado del río, hay caseríos aislados y el barrio de Ondarrola. Más allá, Esterenzubi. La familia Lapeire, a su vez, era propietaria en las laderas del monte Adartza, de dos bordas, Pahanta y Okoitze, donde pudo darse el encuentro con los jóvenes que atendían el ganado y que cuidaron de los fugitivos.
Sobre el paso de la muga, un informe de la Guardia Civil de 15 de junio dice: “De las gestiones e informaciones que se han practicado para venir en conocimiento de cual haya podido ser el punto por donde los dos reclusos que nos ocupa, huyeron a Francia, y de las diferentes confidencias recibidas sobre el particular, parece deducirse este fue por Orbaiceta a Oropel, pasando por las pequeñas localidades francesas Estaransuby y Saint Michel, llegando a San Juan de Pie de Puerto”,
Los precisos datos que dan los dos fugados refieren su paso por Valcarlos. Conocido su arribo desde Esterenzubi, los servicios de información franquistas presupusieron que su procedencia era Orbaizeta, soslayando la senda entre Saint Michel y Valcarlos por Ondarrola, por la que se abastecían los pastores de Esterenzubi, y utilizada –en sentido contrario– para la huida de judíos que escapaban de los nazis. La inclusión de Oropel en esos trazados carece de sentido. La información fue mezclada con el paso del tercer fugado, Jovino, que llegó a Urepel.
El más destacado hotel de San Juan de Pie de Port era el Hôtel des Pyrénées; no conserva libros de registro de aquellas fechas. A cambio, su propietario, el afamado cocinero Firmin Arrambide, cuenta cómo su padre tuvo que hacer una huida semejante en 1940, pero en sentido contrario, huyendo de los ocupantes alemanes.
Un informe del cónsul de Hendaya, A. Múgica, después de entrevistarse con ellos esa medianoche del 31 de mayo, los describe con “un estado físico y moral lamentable”, y envía dossier a Anselmo Carretero, responsable del SIDE, Servicio de Información Diplomática y Especial, para interrogarlos a su llegada a Cataluña. No aparece informe similar de Jovino, ni su llegada tuvo reflejo en prensa hasta Barcelona, donde sin embargo cita la ayuda prestada por el consulado.