¿Quien al rayo detuvo prisionero en una jaula? Miguel Hernández, 1937.

Es Jovino quien abre estas páginas, basado en los escritos de su hija Ana, consciente de que su historia familiar es una parte de la Historia de esa generación. El testimonio de Ana Fernández Gurruchaga pone de manifiesto que las penalidades no solo acechaban a presos y fugados, sino también a sus familias.

Jovino Fernández

Jovino, 1939

Jovino nace en 1908 en Santa Marina del Sil, en el municipio leonés de Toreno. Sus padres, gentes sencillas. La madre llegó al matrimonio desde las aulas del convento de Astorga, donde no aprendió a leer ni a escribir, pero sí a recitar la Biblia de memoria. El padre, campesino. Jovino fue el tercero de sus seis hijos, que acudían a la escuela cuando había maestro. Cuando no, era el padre con quien unían letras a la luz del candil en la mesa de la cocina. El verano era para pescar truchas, pastar las cabras, y acudir a la feria de ganado de Ponferrada. A los catorce años trabajaba en las minas de El Bierzo. La República lo sorprende en Santander como albañil y se afilia a CNT. De regreso a las minas de Toreno, con motivo de la sublevación de octubre de 1934, es encarcelado en León, Astorga y la Modelo de Oviedo. Con la amnistía que siguió al triunfo del Frente Popular sale a la calle.

En Luarca ingresa en las milicias que se organizan para frenar el golpe de julio de 1936. En noviembre, se integran en el Ejército del Norte, que se despliega en el País Vasco, Santander y Asturias, con jóvenes llamados a filas y milicianos de sindicatos y partidos políticos. Su 2.º Cuerpo incluía a la 12.ª Brigada Mixta, luego Brigada Móvil, cuyo jefe era Paco Fervenza Fernández, metalúrgico y militante de la CNT/FAI, improvisado cuadro militar, como buena parte de la estructura de mando republicano.

Cuando Mola lanza su ofensiva sobre Bilbao, acuden en su defensa dos Brigadas asturianas y dos montañesas, entre ellas la 12.ª. En abril recorren el sector de Mungía del perímetro defensivo, el Cinturón de Hierro, que debía protegerla. El macizo de Sollube se convirtió, a decir de Jovino, en un desesperado intento de evitar la caída de la capital vasca. A la aviación franquista se sumó la Legión Cóndor alemana, junto a tropas italianas y marroquíes. Bilbao cae en junio, momento en el que su unidad se repliega hacia las Encartaciones.

Santander había quedado al margen de la guerra. La ofensiva franquista se inicia el 14 de agosto y Jovino queda atrapado en el valle del Cayón, como lo cuenta en el periódico Solidaridad Obrera: “Fue en Erles. Los que allí estábamos, no nos decidimos a retirarnos, a pesar de que, desde dos días antes, teníamos orden de hacerlo. No lo hicimos y nos coparon. Nos separaron en dos grupos, y en uno de estos se situaron los que peleaban como voluntarios; en el otro, los que pertenecían a los reemplazos. Yo dije que no era voluntario, pero un fascista que había estado entre nosotros, me delató. En medio de todo, tuve suerte. A la mayoría de los voluntarios los asesinaron los italianos. Yo pude llegar a Santander como prisionero. El convento de los Salesianos, la Plaza de Toros, las cárceles de antes y las que se dispusieron al caer la ciudad, todo era poco para el número de prisioneros y detenidos por los invasores. Como éramos muchos, se empezó a suprimir con ametralladora a gran parte. Sin comer, sin dormir, sin atención alguna estuve por espacio de un tiempo que nunca sabré a cuánto alcanzó, esperando ser fusilado por las pandillas de falangistas que se dedicaban a asesinar sin descanso a trabajadores y a hombres y mujeres de todas clases”. El frente del Norte se derrumba y la capital cántabra cae.

Fervenza logra alcanzar Santander, embarca en un pesquero a Francia y regresa a Barcelona, donde es destinado al cuartel Carlos Marx, al que irá Jovino un año después, solo que pasando por el fuerte de Ezkaba y protagonizando su épica escapada y Fervenza se encuentra ya en Teruel y es más tarde ascendido a general de división en Levante. En la derrota, renuncia al embarque para correr la misma suerte que las últimas tropas leales en el puerto de Alicante, lo que le lleva a pasar seis años encarcelado.