Valentín Lorenzo en 1942

Valentín Lorenzo en 1942

Nace en 1900 en Villar del Ciervo (Salamanca), donde con 36 años era jornalero y secretario local de UGT, en una familia simpatizante del Frente Popular: su hermano Ángel pasará por la prisión de Salamanca por formar parte de la gestora constituida en su pueblo.

Los momentos decisivos de su vida se encuentran en una carta manuscrita desde Burdeos y dirigida a Ceferino, maestro de su pueblo, en 1977: “[…] después de saludarle paso a darle algunos detalles referentes a mi triste y muy penosa vida desde que el día 20 de septiembre de 1936 que fui encarcelado a las 12 de la mañana por los señores jefes de la falange de mi pueblo natal”. Habían pasado cuatro décadas hasta que decidió poner en un papel sus vivencias. Su trascripción constituye su más genuina biografía.

“[…] Trasladado a la cárcel de Salamanca el día 22 del mismo mes. Fuimos 13 los que el día 18 de Diciembre de 1936 fuimos condenados por consejo de guerra. Para Luis Fructuoso Agudo, Anselmo Zamarreño, Emiliano Pizarro y Valentín Lorenzo a pena mayor de 12 años y un día. Siendo trasladados el día 24 de Junio a El fuerte de San Cristóbal de Pamplona. Emiliano Pizarro y yo fuimos entre otros 70 reclusos para salir a trabajar todos los días fuera del Célebre Penal el día 22 de septiembre de 1937. Así estuvimos asta que el 22 de mayo 1938 se organizó la sublevación siendo lo mismo Emiliano y yo inocentes de todo. Nosotros no supimos nada asta que nos digeron los mismos reclusos que ya se había terminado la guerra; nos abrieron las puertas y salimos fuera. Después ya nos digeron que había que marchar en dirección a Francia. Muchos no salieron; pero Emiliano y yo fuimos de los que escapamos, los dos estuvimos dos días entre bastantes más, a los 3 días de nuestra fuga se nos presentaron un grupo de soldados a unos 100 metros; en ese momento estábamos 6, en ellos Emiliano y yo; cada uno escapamos por donde pudimos y cinco marcharon juntos; y yo solo por otro; desde aquel momento no volví a ver a Emiliano. Uno de los cinco que fueron juntos que después me junte con él me dijo que a Pizarro los había cogido prisionero pero que le parecía que se había escapado. Las últimas noticias que tuve de él”. Valentín, en el momento de escribir la carta, desconocía que su amigo Emiliano, engrosó la lista de fusilados en el transcurso de la evasión. “Ese que dijo eso, fue un compañero de Cuellar, José Marinero Sanz un compañero muy majo. Él y yo fuimos los que siempre ya juntos pasamos todas nuestras fatigas juntos; hasta que pudimos ganar la frontera francesa después de 9 días y 10 noches que nadie se puede dar una idea lo que tubimos que pasar.”

Cruzan a fin de mes, y en la medianoche de ese día 31 de mayo, el cónsul en Hendaya, A. Múgica, se acerca hasta San Juan de Pie de Port para cerciorarse de la llegada de los dos fugitivos.

“Allí quedamos a dormir en el mejor Hotel y cenar todo cuanto quisimos, al día siguiente nos lleban a Endaya, fuimos recibidos por el mismo Consul. Yo tenía los pies todos echos una húcera y él mismo me los estuvo curando. Nos dio un trage a cada uno y nos vistió de todo, por la noche nos lleban a cenar a Bayona y el mismo cónsul de Bayona nos dijo que desde allí nos llevaban a Barcelona pero que tubiesemos mucho cuidado lo que decimos porque había muchos espías y podían tomar represalias con nuestras familias.

Yo que tenía ya en la cárcel de Salamanca mis contraseñas con mi esposa. Entonces el mismo cónsul escribió una carta dirigida a Josefa Suárez la (Singueiras) que ya sabía que tenía familia en Francia para despistar. De esa forma mi esposa supo enseguida de mí. Querida esposa, sabras que me encuentro en compañía de Castor.  De seguida que recibió la carta esa ya supo que aquella misma noche me lleban a Barcelona. Al llegar a Barcelona nos metieron en un cuartel que estaba lleno de prisioneros y entre ellos estaba el Obispo de Teruel. Nos tuvieron 8 días, pero todos los días nos llevaban a presentarnos a todos los Ministros de la República. A los 8 días ya nos ponen en livertad y nos digeron que nos tubieron esos días detenidos para hacer averiguaciones. El cuartel que nos tuvieron en la calle de Enrique Granado. Nos querían hacer hablar por la radio. El otro si habló, pero yo no quise porque había mucho espionage y todo se sabía en la otra zona y podían tomar represalias con mi mujer y con mis hijos”.

Cuando son entrevistados por El Socialista en Barcelona, de hecho, evitan dar sus nombres. Del párrafo se desprende que José Marinero y Valentín permanecieron juntos en ese periodo en Cataluña.

“A los 8 días pude saber de familiares que tenía en Barcelona mis suegros. Le di los nombres y en lo que estaban empleados a un Comisario de Policía y deseguido los encontraron y se portaron muy bien conmigo. Deseguida me llevaron a las oficinas del Partido Socialista de un compañero entonces Comandante su nombre es Ovidio Salcedo actualmente está en Mégico. Me mandó con una recomendación a el Paseo de Gracia nº 6 me recibió un compañero su nombre es Paulino Barraves que hemos estado juntos siempre en Burdeos en el mismo partido PSOE. Deseguida me dio la documentación de Guardia de Seguridad que aún conservo el carnet”.

Ambos fueron guardas de seguridad en el antiguo convento de las Siervas de María, en la calle Granados, convertido en “Depósito para prisioneros y evadidos del 19 de julio”. Allí estuvo el obispo Polanco, firmante del manifiesto de la jerarquía católica que justificó la sublevación militar, capturado tras la toma de Teruel por los republicanos, y más tarde fusilado. Ante la inminente caída de Barcelona, estos presos son evacuados a Figueras, hacia la frontera. El citado Paulino Barrabés fue miembro del Comité Confederal de UGT; Ovidio Salcedo, emigrado a México en 1941, llegó a vicepresidente del PSOE.

“Así estuve hasta el 22 de Febrero de 1939 que tuvimos que emprender la retirada conduciendo más de 2000 prisioneros hasta que llegamos cerca de la frontera que ya cada uno marchó por donde pudo. Yo pasé a Francia y muchísimos más por la Junquera el día 7 y nos llevaron a un campo de Concentración en Argelès sur Mer. Allí estuve hasta el 6 de Mayo que nos trasladaron a El Campo de Gurs Bajos Pirineos.

El día 3 de Septiembre me apunte voluntario en una compañía de trabajadores, porque nos decían que de esa forma podíamos reclamar a nuestras familias, pero no fue así. Nos engañaron en la compañía Nº 141. Así estubimos hasta la ocupación de Francia por los Nacis. Yo quede en la Zona Libre, pero mandaban también los Alemanes. Allí formaron otra vez las compañías de trabajadores Españoles n.º 405. Los Gefes Frances publicaron en los periódicos; que el que quisiese un obrero Español que fuera a un pueblo que estaba allí la compañía, un pueblo que se llama Meysac en la Corréze fuimos vendidos como antiguamente vendían a los negros, a nosotros nos pagaba el patrón 8 francos día. Obligados a resistir muchas injusticias. Yo estuve con tres patronos. El día 14 de Abril estábamos comiendo y llaman a la puerta los gendarmes a buscarme para llebarme con ellos, como llebaban muchas expediciones para trabajar a Alemania. A nuestra expedición nos trageron a Burdeos en una base sumarina. El día 17 de Mayo de 1943 hubo un gran bombardeo por los ingleses y franceses porque Burdeos estaba ocupado por los Nacis. Huvo bastantes muertos, fue las 12 y media de la tarde. Al día siguiente nos mandan a descombrar una casa ocupada por los Alemanes. A mí me mandan subir a el segundo piso y a otro compañero sevillano su nombre es Miguel Castellano Cuando estábamos los dos arriba se cayó todo quedando los dos enterrados en los escombros. Yo con todo mi cuerpo molido, con la pierna izquierda todos los huesos rotos por encima del tobillo, en la otra pierna por el mismo sitio me dieron cuatro puntos, 8 puntos en la cabeza dos costillas rotas, en fin, todo mi cuerpo molido, solo me quedo libre frente al corazón que tenía el reloj de volsillo y no se paró”.

Burdeos sufrió un intenso bombardeo aliado ese día, que aparece en La Vanguardia del día 18. A consecuencia de las heridas se le amputó su pierna izquierda.

“Así que ya ve Don Ceferino mi triste vida y tan penosa lo publique en los periódicos para que toda España se entere de tan triste vida y tantos sufrimientos siendo un hombre que nunca le hice mal a nadie. Como todo el pueblo es testigo de mis actos. Les agradezco mucho a usted y a su cuñado Juanito. Mucho más podría contarle, si algún día pudiésemos hablar, pero por el momento no tengo pensado de pasar la frontera, pues son muchos y muy tristes recuerdos que tengo de mi pueblo natal Villar de Ciervo. Solamente por ser el Secretario de la Unión General de Trabajadores y por reclamar los derechos que existen por todo el mundo para que con mi sudor poderle dar a mis hijos un pedazo de pan. Todo esto pongo como testigos todos los vecinos del pueblo que nunca le hice mal a nadie. Le repito que le agradezco muchísimo su interes y acordándome muchos de sus padres que muchas veces hablamos juntos y yo conocía muy bien sus ideales. Les mando para su cuñada y para todos nuestros compañeros y para Vds un fuerte abrazo que se lo mando de todo corazón. Su servidor”.

Valentín Lorenzo pudo reencontrarse con su mujer, Sabina, en Burdeos, donde rehicieron su vida, se mantuvo como tesorero local del PSOE entre 1945-49, y donde murió con 86 años.

Valentín Lorenzo, vida manuscrita, 1977