Los senderos de la gaulana

Los datos existentes de los relatos de los protagonistas de la fuga, sobre capturas o lugares de fusilamientos, declaraciones de los que alcanzaron la frontera, noticias de prensa, Informes oficiales, sólo permiten una idea aproximada del espacio físico donde la prensa centró  a buena parte de los fugados, “los bosques al sur de los Aldudes”. Este territorio quedó al margen de dos grandes rutas comerciales y de paso entre España y Francia. A un lado los pasos por Bera y el Baztán, del otro la principal ruta internacional medieval, de Donibane Garazi a Roncesvalles, en el tradicional camino de Santiago.

Su marginación la hizo terreno abonado para quien buscaba un paso sin ser visto, fugitivos políticos y contrabandistas. Ya antes de la fuga de 1938 hay numerosos testimonios del paso de quienes escapaban de la guerra o de la persecución política.

  • Desde las bordas de Eugi veían pasar y en algunos casos ayudaban a estos fugitivos, como veladamente comenta Jesús sobre su suegro Rodolfo Belzarena, de Indianako borda.
  • M. Martorell, en “El exilio republicano navarro de 1939” da cuenta del comunista Tomás Ariz, que extravió el camino en Antxoritz, intentando la fuga a la frontera por Eugi.
  • El Archivo de Irargi – Centro del Patrimonio Documental de Euskadi – en Bergara conserva docenas de fichas de exilados que citan su cruce por Quinto o Zilbeti a los Aldudes.
  • También Francisco Vargas, en “Navarros contra el alzamiento”: “…los collados fronterizos que llevaban al Valle francés de Alduides (Aldudes) fueron rutas de escape importantes”, refiriéndose a desertores del bando franquista o de quienes buscaban refugio.
  • En el Registro civil del valle de Erro se encuentra uno de esos casos, el del cuerpo de un fugitivo encontrado en Zilbeti en julio de 1939 y cuya documentación lo determinó como proveniente del derrotado ejército del Levante, fallecido en el camino a la frontera.

Concretar cuál fue el recorrido de los fugados es una quimera. Cosa distinta es dejar constancia que los caminos que pudieron llevarles a la frontera en horas ya estaban dibujados durante siglos por quienes hacían ese recorrido con la misma pretensión de marchar sin ser vistos, los contrabandistas que cubrían los senderos de la gualana.

J.A. Perales Diaz, en su libro “Frontera y contrabando en el Pirineo Occidental” hace una visual descripción de esos caminos y de ése mundo que  ayuda a su comprensión: “…el contrabando utiliza con frecuencia los caminos y sendas alejados de las vías oficiales para cumplir sus objetivos, se entiende que los valles paralelos a las rutas comerciales principales tuvieran su importancia como zonas de contrabando.” “..el paso por las zonas de Esteribar y Erroibar como parte de la más intensa acción de contrabando y por tanto de sendas de gaulana, con su contrapartida en los cantones de Baigorri y Donibane-Garazi, antiguo valle de Cisa”.

“Si los géneros se introducían desde Alduides o Urepel, los equipos del valle de Esteribar (Eugi, Iragi, Urtasun, Zubiri y Larrasoaña) podían bastarse para recorrer en uno o dos relevos los cuarenta kilómetros que median entre la frontera y Pamplona”

Alcanzar la frontera de los Aldudes desde el Fuerte de Ezkaba-, unos escasos 50 km., requiere vadear dos ríos, el Ultzama y el Arga. Dónde cruzar este último se convierte en decisivo, pues condiciona el resto del recorrido hasta la frontera, donde toda variante elegida deberá salvar un desnivel cercano a los 1.500 metros. Si como se aventuró en su día, los organizadores hubieran contado con guías –mugalaris-, gentes expertas en andar de noche, los senderos estaban ahí. Esta descripción sobre los senderos de los contrabandistas tiene una explicación.

Los parciales datos conocidos de los fugados que alcanzaron la frontera se sitúan en ese mismo espacio físico, como veremos a continuación.