La terre d´asile

Las autoridades francesas y una delegación del Gobierno Vasco distribuyen a los refugiados. La acogida es desigual. El ayuntamiento de Bayona o el diputado ultraderechista Ibarnegaray los rechazan; otros, como Jean Mendiondou, alcalde de Olorón, destacan en su apoyo.

La familia se reencuentra en un vetusto hotel de Nimes. Los niños se escolarizan, aprenden rudimentos del francés, las relaciones con la población son cordiales y se ganan la vida en el campo. Los domingos, en la alameda del río, las chicas ensayan pasos de foxtrot o acarameladas melodías de Tino Rossi, bajo la atenta mirada de la abuela Celedonia, vigilante a prudente distancia, entretenida con su labor de punto. Vida apacible en un entorno rural alejado del caos. Pero la confrontación se estanca en España, la acogida deja de ser circunstancial y se convierten en huéspedes incómodos. Regresan, no a casa, bajo control franquista, sino a la republicana Cataluña.